Luisa Farías
Desde niña soñé con tener una moto, literalmente cuando tenía 17 comenzó más fuerte el deseo de tener y manejar una, era una sensación realmente difícil de explicar esa ansiedad por querer sentir el viento en mi cara puesto que en mi familia jamás nadie tuvo una, nunca tuve ese ejemplo como para decir que es un gusto heredado, yo podría afirmar que es algo con lo que nací, y es que aún después de tener varios años manejando y varios viajes encima, cada que veo alguien conduciendo su moto en carretera siento una emoción e intriga de saber su destino y si yo ya estuve ahí, de en ese momento también quisiera tener trazada la ruta y montarme en el viaje, tengo apetito de comerme el mundo kilómetro por kilómetro.
Comencé a cumplir mi sueño ya grande, aferrándome a lo que siempre quise y con mi corazón a mil por hora, contra las críticas de todo el que le conocía puesto que ya tenía 36 años y 2 hijos, hice oídos sordos y tomé valor para comprar mi primera moto, una Yamaha 125 hahaha a la segunda salida me di cuenta que esa moto no era para mí, era muy poca cilindrada para mi apetito de aventura, dure solo 3 meses con ella y de ahí brinqué a una BMW G 650 con ella me sentí como cenicienta con su zapatilla, fue perfecta!! En ella comencé a hacer mis primeros viajecitos y solo fue como el aperitivo de lo que vendría después. Mi síguete moto fue siguiendo la línea del doble propósito de BMW subí q una cilindrada 850 GS, comenzamos a hacer viajes mas largos, a tomar más experiencia, también más caídas jajaja y es que siempre me ha gustado entrar a la tierrita pero no soy la mejor, sin embargo no dejo de intentarlo, una raspadita en las defensas otras en las rodillas, nos sacudimos el polvo y para arriba de nuevo. Mi moto actual, mi gorda preciosa una BMW GSA 1250 ella me ha llevado hasta donde siempre soñe, pero también siempre dude en lograrlo, tengo que decir que tuve muchas dudas y poca confianza en mi misma, y es que lo hermoso del Motociclismo es esoooooo!!! Aprendes a conocerte, a rebasar tus límites, a confiar en ti, a disfrutar incluso de lo más extremo, aprendes a sentir el mundo y te das cuenta que eres capaz de lograr todo lo que te propongas en mi caso fue llegar a Alaska desde Mi Monterrey.